Marco Aurelio: Oh, Cómodo, vas demasiado lejos.
Cómodo: Escudriñé el rostro de los dioses, buscando el modo de complacerte. De llenarte de orgullo. Una palabra amable. Un fuerte abrazo. Tus brazos apretándome con fuerza contra tu pecho. Habría sido como tener el sol en mi corazón mil años. ¿Qué hay en mí que tanto odias? Lo único que siempre quise es estar a tu altura.
Marco Aurelio: Cómodo, tus defectos como hijo son mi fracaso como padre.
Cómodo: Arrasaría el mundo entero porque tú me amases.